Contrariamente a los prejuicios que existen sobre esta materia, la
práctica de la degustación de vinos es relativamente fácil. El arte de la degustación
no es misterioso y ni siquiera puede considerarse complicado. Con un poco de buena
voluntad, saber degustar un vino está al alcance de todos, pues todos nacemos con la
aptitud para discernir aromas y sabores. De hecho, la principal diferencia entre el acto
de beber y degustar puede llegar a ser tan sencilla como el de oír y escuchar. Sin
embargo, para llevar a término esta diferenciación es necesario aprender a detectar e
identificar las sensaciones percibidas, valorarlas y saber expresarlas.
Saber degustar o catar un vino incrementa el placer de beber y, en
consecuencia, nos permitirá elegir nuestros vinos con mayor conocimiento de causa.
Además, su práctica continuada reforzará la independencia psicológica que requiere
cualquier apreciación subjetiva.
Antetodo ¡no se desanime! ¡inténtelo!... ¡descúbralo!, Es evidente
que la sensibilidad puede variar de una persona a otra, pero saber degustar y apreciar los
vinos es más una cuestión de experiencia que un don natural.
Hoy día, millones de personas en todo el mundo ya conocen y disfrutan
de los placeres del vino: los comparan, saben armonizar vinos y majares, conocen y
reservan los mejores vinos y las añadas excelentes para las grandes ocasiones..., pero,
por suerte, más numerosos son los aficionados a los que les gusta disponer diariamente de
un vino en la mesa, poder descubrir una buena relación calidad-precio, saber explotar y
disfrutar de sus aromas y matices, y comprender el porqué unas botellas son únicas,
sublimes, incomparables, y otras... simplemente normales.
El vino es al mismo tiempo un placer y una afición: lo primero se basa
en la experiencia de los sentidos aplicada a una técnica, mientras que lo segundo radica
en ampliar y acumular un conocimiento vitivinícola de manera constante.
La degustación nos muestra como utilizar eficazmente nuestros
principales sentidos sensoriales a fin de poder interpretar las sensaciones visuales,
olfativas, táctiles y gustativas.
Mediante los cursos organizados por PACTUM, se pretende dar a conocer
cómo y de qué forma puede apreciar la cualidad o la calidad de un vino, si ha elegido la
botella adecuada, si está en sus óptimas condiciones de servicio, si es demasiado joven
o excesivamente viejo, si armonizará bien o mal con un determinado plato.
Sin embargo, a pesar de las tentativas de numerosos especialistas en
materia de degustación, no exste todavía una verdadera ciencia de la
"apreciación" del vino, como tampoco hay reglas absolutas en materia de
armonía entre platos y vinos. Pese a ello, estos cursos aunque no exhaustivos, pueden ser
de gran utilidad para el aficionado, pero también debe saber que ningún curso
incluido éste- o libro puede sustituir el placer que produce el descubrimiento
sensorial de un vino.